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Desde la tribuna de La Voz del Lector de Vierne5 denunciamos la hipocresía regional que calla ante el fraude del 28J en Venezuela pero se moviliza para defender fichas del socialismo del siglo XXI en otras latitudes.
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Hay silencios que pesan más que las palabras. Y en política, algunos de esos silencios se convierten en complicidad directa con la barbarie. Lo que está ocurriendo hoy con el Gobierno de México y el de Gustavo Petro en Colombia es uno de esos casos vergonzosos donde la supuesta "no injerencia" se transforma en una forma elegante de apoyar a los dictadores amigos.
Es llamativo –por no decir descarado– ver cómo México y Petro se meten en Ecuador, opinan, se cuadran, defienden y denuncian “fraudes” inexistentes, siempre que la derrotada sea una ficha de la izquierda continental. Porque sí, Luisa González, la ex candidata correísta, no solo fue el brazo político de Rafael Correa en estas elecciones, sino que goza del respaldo de La Habana, el Grupo de Puebla y la camarilla del Foro de São Paulo.
Pero lo verdaderamente llamativo no es su respaldo a la izquierda. Lo que indigna es su silencio frente a Venezuela.
¿Dónde estaban el 28 de julio?
El mundo fue testigo del descarado fraude electoral cometido por el régimen de Nicolás Maduro el 28 de julio de 2024.
Un fraude que ni el Centro Carter ni el Panel de Expertos de la ONU pudieron ignorar.
Un fraude que María Corina Machado, con pruebas en mano, denunció hasta el último rincón de la comunidad internacional, demostrando que Edmundo González Urrutia arrasó en las urnas.
¿Y qué hizo México?
Miró para otro lado.
Se escondió detrás del viejo discurso de “no intervención” para no incomodar a su aliado ideológico.
Ni un solo pronunciamiento de condena.
Ni siquiera cuando las madres de los presos políticos le escribieron a la hoy presidenta Claudia Sheinbaum pidiendo que intercediera por sus hijos torturados en las mazmorras del chavismo.
¿Y Petro?
El defensor de los derechos humanos que se desvive por la selva amazónica pero calla ante las tumbas clandestinas en Venezuela.
El que denuncia bloqueos económicos pero justifica las cárceles llenas de jóvenes por pensar diferente.
¿Doble moral o cinismo descarado?
Porque esa es la pregunta que debemos hacernos. ¿Es ignorancia? ¿Es omisión? ¿O es un acto deliberado de protección entre camaradas de la revolución?
En Venezuela hoy hay más de 800 presos políticos.
61 de ellos desaparecidos.
Madres que no saben si sus hijos están vivos o muertos.
Candidatos perseguidos.
Mujeres como María Corina Machado condenadas al ostracismo por representar la esperanza.
Y frente a eso, México y Petro callan.
Callan cuando González Urrutia es perseguido.
Callan cuando la comunidad internacional exige transparencia.
Callan cuando el pueblo venezolano alza su voz, una y otra vez, por elecciones libres.
¿Por qué sí opinan en Ecuador?
Pero eso sí. Cuando se trata de defender a una delfín de Rafael Correa, ahí sí tienen tiempo.
Ahí sí hay pronunciamientos, alertas diplomáticas, denuncias y hasta amenazas veladas.
¿La razón?
Porque en Ecuador la derrotada fue del mismo club.
Porque la ideología pesa más que la democracia.
Porque la vara con la que miden no busca justicia, busca conveniencia.
Y esa vara es una estafa.
Es la medida de los farsantes, de los que venden el discurso de los derechos humanos, pero solo si el violador de derechos no lleva la camiseta del socialismo.
Desde esta tribuna de RadioAmericaVe.com lo decimos sin tapujos:
México y Petro no son neutrales. Son cómplices.
Cómplices del silencio.
Cómplices de la represión.
Cómplices del socialismo que arrasó a Venezuela y ahora quiere exportar su modelo a donde pueda.
La verdadera solidaridad con los pueblos de América Latina no se demuestra con comunicados convenientes, sino con coherencia.
Y la coherencia exige condenar a todos los dictadores, incluso si son de izquierda.
Venezuela no necesita más aplausos de pasillo.
Necesita justicia.
Y la historia no será amable con quienes callaron mientras un país entero se desangraba en dictadura.
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