El papa Francisco presidió en silencio este Viernes Santo el rito por la Pasión de Cristo en la basílica de San Pedro, una ceremonia en la que se evocó el dolor de la guerra, de la inmigración o de la violencia contra las mujeres.
Francisco accedió al templo en la silla de ruedas que suele usar por sus conocidos problemas de movilidad, vestido con los paramentos rojos de la Pasión y sin el anillo del Pescador, símbolo del poder papal y que este día los papas se quitan en señal de duelo.
Tras su entrada en la basílica, sin coros, oró en silencio ante el Altar de la Confesión, sobre la tumba de san Pedro, frente a un crucifijo cubierto por una tela púrpura (este año el baldaquino de Bernini estuvo tapado por andamios por su restauración).
La Liturgia del Viernes Santo está marcada por el luto por el martirio y crucifixión de Cristo y, por eso, es el único día del año en que no se celebra misa, aunque sí se imparte la comunión Acto seguido tres diáconos entonaron los pasajes de la Pasión de Cristo según san Juan, desde el arresto de Jesús de Nazaret hasta su muerte crucificado y su entierro en el Sepulcro.
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