Cientos de rusos siguen acudiendo al cementerio de Borísovo en el sudeste de Moscú para depositar flores en la tumba de Alexéi Navalni, el líder opositor ruso que fue enterrado este viernes dos semanas después de morir repentinamente en una prisión ártica.
La
policía no ha retirado el detector de metales y registra detenidamente a
cada visitante que se acerca al cementerio para rendir memoria al
fallecido político.
Los simpatizantes de Navalni han inundado
prácticamente la sepultura con ramos de flores rojas y blancas, en su
mayoría claveles, pero también rosas.
Está prohibido acceder con
comida o bebida, aunque, según informaron a la agencia de noticias Efe
testigos presenciales, la presencia policial es mucho menor que la
víspera.
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