La ambición de todo piloto que se inicia en el automovilismo es
conducir algún día un prototipo Ferrari, pertenecer a la escudería de
Maranello es un deseo que todos los jóvenes kartistas atesoran en su
cerebro.
Claro está, que el objetivo primario es llegar a la
Fórmula 1, pero el resultado más positivo de la ecuación sería hacerlo
con Ferrari.
El séptuple campeón
mundial, el británico Lewis Hamilton, quien tras 11 años en la escudería
Mercedes, acordó un contrato millonario con Ferrari.
La propia escudería
Ferrari, en un escueto comunicado, dio la noticia: “A Ferrari le
complace anunciar que Lewis Hamilton se unirá a la escudería en 2025 con
un contrato plurianual”. Así de simple, pero contundente.
Hamilton
entra y el español Carlos Sainz… sale. Un movimiento certero, casi
quirúrgico, propio de los más fríos Grandes Maestros del ajedrez.
Se
dice que es el fichaje más importante de los últimos años, ya que nunca
un piloto con siete títulos mundiales en sus vitrinas había firmado con
la escudería con más cetros en la máxima categoría del automovilismo
deportivo.
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