La controvertida reforma de las pensiones del presidente
francés, Emmanuel Macron, que provocó meses de protestas en las calles
hasta su adopción en abril por decreto, entra en vigor progresivamente a
partir de este viernes para retrasar la edad mínima de jubilación de
los 62 a los 64 años.
Ese retraso se va a escalonar hasta 2030 a
razón de un trimestre cada año, de forma que las generaciones nacidas a
partir de 1968 tendrán que jubilarse como mínimo a los 64 años.
La
reforma, cuyo objetivo declarado es conseguir el equilibrio financiero
del sistema a comienzos de la próxima década, también supone una
aceleración del alargamiento del periodo de cotización necesario para
recibir una pensión completa, de 42 a 43 años.
El paso a los 43 años ya estaba previsto en una reforma anterior que
llevó a cabo el Gobierno del presidente socialista François Hollande
(2012-2017) pero se va a adelantar a 2027.
Para hacerla
socialmente más aceptable y mitigar el efecto para los trabajadores que
empezaron a trabajar muy jóvenes (por lo general con pocos estudios),
que son los que salen peor parados, el Ejecutivo de Macron diseñó un
dispositivo llamado de "carreras largas".
Eso permite una
jubilación anticipada a los que empezaron a trabajar con 21 años (a los
63) o menos. A los 60 podrán hacerlo los que comenzaron con 20; a los 60
con 18 años y a los 58 con 16 años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario