Decenas de miles de migrantes en carpas improvisadas puestas a lo largo de la frontera norte de México, permanecían en medio de la incertidumbre y el caos, a la espera de lo que iba a pasar con el Título 42, con la incierta esperanza de cruzar hacia Estados Unidos.
Tan solo en Tijuana, en la frontera con California, miles de migrantes de diversas nacionalidades, incluyendo familias completas y niños, se congregaban entre los muros fronterizos días antes de que culmine el Título 42, la noche del jueves, para pedir asilo humanitario en Estados Unidos.
El campamento ha ido creciendo desde el fin de semana pasado con personas fundamentalmente de Venezuela, Colombia, Perú, Haití y Honduras, pero también de países lejanos como Turquía y Bosnia, así como mexicanos de los estados sureños de Michoacán y Guerrero, donde la violencia del crimen organizado los desplaza.
Una migrante originaria de Colombia, quien omitió su nombre por motivos de seguridad, contó a la agencia EFE que llegó con su esposo a este campamento el lunes pasado, tras haber volado desde su país hasta Ciudad de México, de donde se trasladó a Tijuana.
Al igual que otros migrantes, la mujer tenía la idea de que podría solicitar asilo humanitario ante el fin del Título 42, pero explicó que ha sido muy difícil por el clima frío que se percibe aún en la zona, pero que “lo más triste ha sido la separación familiar”.
Detalló que la noche del mismo lunes la separaron de su esposo, ya que agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos tomaron a todos los hombres solteros o que viajaban en pareja para llevarlos a otro espacio, y dejaron solo a la mujeres, familias y madres solteras en ese lugar.
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