En un país cuya historia reciente ha estado llena de problemas económicos, Yulimar Rojas nació en una casa que tenía el techo roto. Desde un agujero, la venezolana veía el cielo, y tal vez desde entonces se acostumbró a buscar nuevas alturas.
Cambió su vida con un mensaje en las redes sociales a un astro latinoamericano del atletismo. Ahora es una estrella, lo mismo por sus bailes viralizados de vallenato que como jueza en concursos de belleza o por ser una voz de la comunidad LGBTQ.
Y ayuda que últimamente ha pulverizado el récord mundial de salto triple y ha prometido romper una nueva barrera, que difícilmente alguien alcanzará en los años por venir.
Rojas no parece tener más rival que ella misma en el Mundial de Atletismo.
“Ya lo he dicho antes, no me gusta ponerme límites como atleta, tengo un techo muy alto que es el que quiere mi mente y mi corazón», dijo este verano, durante su preparación acostumbrada en España. «Así que el objetivo es llegar al Mundial bien, sin lesiones y dando lo mejor».
Precisamente una lesión parece ser lo único que podría interponerse entre la ganadora del oro olímpico en Tokio y un tricampeonato mundial en el evento que comienza esta semana en Eugene, Oregon.
Pese a todas sus hazañas, las últimas dos noticias que ha dado Rojas no son necesariamente las que ella quería.
El 18 de junio, se perdió lo que iba a ser su última competición antes del Mundial. Una contractura leve en el psoas iliaco de la pierna izquierda la marginó de una justa en Madrid, anunció la federación de España, el país donde Rojas se entrena desde hace años.
La lesión se habría presentado exactamente una semana antes, cuando la venezolana compitió en Alicante, estableciendo la mejor marca del año en todo el mundo, con 14,83 metros.
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